miércoles, 19 de octubre de 2011

Amigos


Me había prometido que nada de entradas depres en unos cuantos meses, pero mira, yo del pasado, estoy hasta los cojones y tengo que desahogar, total, no creo que nadie lea esto.
No sé ni qué escribir. ¿Estoy triste? ¿Deprimido? No, estoy enfadado, muy enfadado. Día a día mi paciencia se va mermando, mi orgullo haciéndose cada vez más pequeño, y ¿para qué? Posiblemente para acabar pillando el mayor ciego del mundo en navidades, estar cercano al coma, volver a suspender y empezar todo de nuevo. Es la ciclo de la vida, por mucho que lo intentes, no puedes escapar de él.
Lo curioso es que esta vez no es tristeza, es agotamiento. Sé cuándo tengo la culpa de mis errores, pero también sé cuándo son los demás los que me hacen daño. Es que no quiero ni escribir, pero posiblemente, si no estuviera escribiendo, me tiraría de cabeza por la ventana, o estaría cogiendo un bus para no volver, así que centrémonos en la tarea.
Desde hace un par de años, cuando llegan estas fechas me pregunto "qué estoy haciendo con mi vida? es esto lo que quiero para mí?". Me he comprometido a una carrera muy larga, y que en realidad nunca acabará, pues una vez termine la carrera, no van a empezar a ser precisamente unas vacaciones, me he comprometido con esto por siempre jamás. ¿Y de verdad merece la pena? Siempre pensé que sí, pero en los momentos de bajón me gustaría tomar un atajo y acabar con esto de una vez. No obstante, algo me empuja a seguir.
El año pasado tuve la mayor de mis crisis, y ahora amenaza con volver. Siendo sinceros, no la superé gracias a mis esfuerzos, sino a la ayuda de otras personas, concretamente de la que CREO q es mi mejor amiga, aunque a veces no sé si quiera lo que significo para ella. Posiblemente sea solo un colega, no sé, nunca sé si me responde cuando le pregunto. De hecho, no sé si ella es consciente de lo que me ha ayudado. Quizás sí. Quizás le de igual. No sé.
¿Cuál es el punto en el que nos cansamos y lo mandamos todo a la mierda? ¿Cuándo decides que por mucho que no estés diciendo nada, vas a seguir escribiendo? El punto en el que la gota colma el vaso. No estoy muy seguro, la verdad. Cuando crees que no eres más que los chicles que se pegan a tu zapato, o la mierda del perro que has pisado, la llevas ahí, pero no por iniciativa propia.
El punto en el que comienzas a llorar día sí y día también. No hace falta derramar lágrimas por tus ojos, basta con llorar por dentro. El punto en el que coges el móvil, sin saber si llamar o no, y lanzarlo contra la pared por la indecisión. El punto en el que ves un coche pasar y no saber si ponerte a cruzar en ese momento. El punto en el que haces balance de las cosas buenas y las cosas malas que pasan en tu vida, y por mucho que creas que deba inclinarse la balanza hacia la parte de las buenas, hay una cosa mala, una GRAN cosa mala que no sólo inclina la balanza hacia el de las malas, es que se come la balanza, hace la digestión y la defeca sin compasión. El punto... en el que te das cuenta de que has vivido una ilusión, que has vivido una pantomima. Una mano invisible te ha quitado una parte del corazón y notas cómo lo desgarra, sientes el frío de la soledad. Pero no es sólo la soledad, es la sensación de impotencia, de pensar que nunca valdrás nada para nadie. Y es que no estoy hablando de estar enamorado ni ninguna de esas enfermedades humorales inalienables al ser humano, me estoy refiriendo a la amistad. Sé que hay muchos tipos de amistad, pero es que por mucho que me lo digan, YO NO DESTACO EN NINGUNO DE ELLOS. Estoy solo. Digan lo que digan, estoy solo. Y no quiero estar solo.
Sé que soy una persona sensible, emocional, mucho más que cualquier persona normal. Pero yo nunca he pedido que me quiera nadie, yo nunca he exigido reciprocidad, lo único que pido en la vida es sinceridad. Simplemente pido que la gente vaya con la verdad por delante.
Por eso escribo así. Porque estoy hasta los cojones de escribir cosas como "las nubes nublan hoy mi cielo ayer azul" oooo "días que parecen pedir perdón por un futuro que no llegará". Eso no significa nada. La gente se excusa en "eres un ignorante y sólo ves lo obvio, búscale el sentido". No, eso no es ser ignorante, es ser un vago por tu parte, escribes cosas abstractas, esperando a que la gente haga tu trabajo por ti. Yo no, yo escribo las cosas como son. Y estoy hasta los cojones de tener que callarme la puta boca. Y más me toca los cojones el hecho de que el google chrome no reconozca la palabra "COJONES" y me la subraye en rojo, esperando a que la cambie. Que no, joder, que cojones es una palabra universal, con muchos significados, entre otros, testículo, bolsa escrotal o simplemente interjección barriobajera que expresa frustración. Me cago en la puta (puta, curiosamente, la reconoce).
Pero volviendo al tema, si das a entender a los demás que estás triste, explica por qué estás triste. En este mundo sólo existen realmente dos cosas, las verdades y el dinero. Si pones caritas tristes, espera que la gente se pregunte por qué estás así, y siento no ser la persona que esperas que te pregunte, pero me sale preguntarte, porque soy buena persona. Yo si estoy triste, lo digo, y lo digo claramente "estoy triste por esto" "estoy triste porque no hay NBA este año" "estoy triste porque me valen las camisetas de hace cuatro años". Vale que no esté triste por esto, pero ya dije por qué podriá estarlo. Si quieres hacer obras de arte abstractas, dibuja un cuadro. De hecho, si un día pinto un cuadro que quiera evocar frustración, tristeza, agotamiento, sería un lienzo blanco con las palabras "ME CAGO EN LA PUTA" escritas sobre él, y quizás, sólo quizás, le pegaría un par de puñaladas con el pincel.
Fuera de coñas, como podéis comprobar, estoy frustrado. Igual "frustrado" es una palabra suave, pero me sale de los epiplones expresarme así, es mi tablón y espero tener la libertad que quiero en él.
Podría ponerme a hablar de cuááánto lloro todas las noches, o cuáááán arrepentido estoy de haber hecho ciertas cosas a lo largo de mi vida. Lo cierto es que sí, hay ciertas cosas de las que me arrepiento, no obstante, son cosas que no volveré a hacer, proque he aprendido la lección, y posiblemente hoy aprenda una más, una última lección por parte de un amigo.
Ahora mismo estoy cogiendo el teléfono para llamar. Escribiría "ALEA JACTA EST", pero el otro día se lo vi escrito a un colega en su tablón, y pensaría que le estoy plagiando, así q simplemente digo que espero tener suerte y poder dormir hoy. Es muy probable que no me coja el teléfono, pero bueno, estoy acostumbrado a ser pesado. Un besito y me despido.
P.D.: No me cogió el teléfono
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miércoles, 27 de abril de 2011

Descanso de la historia, siete cosas sobre mí

Creo que se me dan un poco mal estas cosas, pero bueno, ya que me nominan, habrá que hacerlo.
1.- Me llamo Fernando. Vivo en Oviedo desde el 25 de Julio de 1992, día en que nací. Soy el mayor de tres hermanos. Aunque al final me lo pase bien, es una responsabilidad bastante desagradable, así que siempre he salido perdiendo en ese sentido. Comparando con lo que me cuentan de otras familias, me temo que mi familia es un tanto especial, en cuanto que al que mangonean siempre es a mí. Los otros dos, especialmente el del medio, siempre son los protegidos, y si pasa algo, es culpa del mayor. De cualquier manera, aunque nadie te de las gracias por cuidar a los dos enanos, aunque parece que nadie lo note, acabas sintiéndote bien, útil; creo que igual merecería la pena.

2.- Si tuviera que definirme, no sabría cómo hacerlo. Estoy pasando por una de esas… etapas (?) de crisis de identidad en las que no sé quién soy exactamente. Nos pasa a todos, ¿no? Al menos eso me fuerzo a pensar. Como todo el mundo, aunque me fuerce a ello, no soy la misma persona con todo el mundo. Todo el rato estoy poniéndome trajes diferentes, máscaras diferentes para tratar de esconderme de la gente, para esconderles una parte de mí. Sea una u otra persona, nunca soy yo mismo; menos con una persona, una persona que en el fondo sabe quién es, la única persona en el mundo con la que actúo tal como soy, porque no tengo miedo de que sepa cómo soy en realidad, la primera persona que me entiende tal como soy, sin poner pegas, la primera persona que en mi vida sé decir con toda seguridad “le quiero como amig@”, sin segundas intenciones; pero por algún motivo, sé que me queda poco con esa persona. Sé que en un momento u otro la cagaré, haré algo que no tengo que hacer, si no es demasiado tarde ya, y la joderé; la joderé y no será esa persona más conmigo nunca más, y no podría vivir con ello. Aún así, pase lo que pase, seguiré peleando con todas mis fuerzas para que esa persona no se separe de mi lado nunca. O al menos, para que se quede conmigo todo el tiempo que esto pueda durar.

3.-Pese a que lo anterior pueda sonar a paranoia pura y dura, normalmente soy un chico optimista. Soy optimista, sí, pero también soy realista. No mucho que añadir a esto. Me gusta vivir tranquilamente, sin presión. No obstante, no siempre puedo vivir así, así que tengo que hacer pequeños actos de rebeldía sin importancia para quejarme del mundo, como dejarme el pelo largo, pegar gritos con la guitarra o beber hasta reventar. Todo el tiene derecho a un par de manías.

4.- Lo que de verdad me gusta en este mundo, es la música. La música en todas sus dimensiones. Pero principalmente, el metal, el rock. Me gusta escuchar, me gusta sentir, me gusta tocar, la música. Me ayuda a evadirme del mundo, me ayuda a olvidar mis paranoias durante un ratín más o menos largo, me hace sentir que yo controlo, porque cuando toco la guitarra, sé que yo soy el que manda, sé que yo soy el que decide qué hacer a continuación.

5.- Mi otra pasión son las películas y las series. Me encanta todo lo que tenga que ver con una pantalla de televisión. Es posible que no sepa tanto de cine como muuuuchas personas de mi alrededor, pero es otra de las cosas que me hacen evadirme. Me gustaría poder tener en el futuro algo que ver con la pantalla yo mismo, más que dedicarme a ser un mero espectador. Si hay algo que sé de mí, es que tengo una gran imaginación, así que me encantaría plasmar todas esas ideas que surgen en mi cabeza en una película, en una serie… o lo que viene siendo mi otro gran hobby: leer. Es posible que últimamente no le saque tanto tiempo como antes para leer, siempre encuentro cosas más tranquilas y que requieren menos esfuerzo. Pero así como las películas y la música, me ayuda a relajarme. Y también me encantaría plasmar mis ideas en un libro, lo cual, además, viene siendo lo más asequible para mí en este momento, aunque no consiga que nadie más que yo lea ese libro. Al menos, habré sacado de mi cabeza tanto esas historias que llevo rumiando desde pequeño como las que me han surgido en los dos últimos meses. Especialmente una que algún día escribiré y me desharé de ella de una vez por todas.

6.- Sé que soy una persona que no necesita muchos amigos. Me gusta estar solo. No obstante, los pocos amigos que tengo los atesoro y peleo por ellos con todo mi corazón. Quizás eso no sea del todo bueno, pero así es como soy, no puedo cambiar. Tampoco me considero una persona tímida, simplemente no me gustan los grupos grandes. Puede que sea por malas experiencias pasadas, puede que simplemente sea así de nacimiento. Me da igual, creo que no le hago daño a nadie siendo así, así que así seguiré. Hay algo, algo que me puede hacer raro, pero bueno. Si soy completamente sincero, como a cualquier tío, me interesa la sexualidad. No obstante, me da bastante igual en general, no ando fantaseando por la vida, ni mucho menos atacando a todo lo que se me pasa por delante. Con todas las personas con las que he estado, desde la primera hasta la última, ha sido porque de verdad me interesaban. Me interesaban como personas, además de como tías. Si estaba con ellas no fue porque quisiera plantar la bandera en tierra conquistada, sino porque de verdad me interesaban. No han sido muchas, pero estoy bastante satisfecho con lo que he hecho hasta ahora. Y aunque con alguna de ellas hubiera acabado mal, mirando atrás, no me arrepiento de haber estado con ellas. No me arrepiento de nada. Je ne regrette rien. Ah, y soy un romántico de mierda.

7.- Y qué más, pues no sé. Me imagino que puedo decir todo lo friki que soy. No soy ningún tipo de friki, no soy el friki estándar: soy un friki a mi manera. Soy un friki del manga, aunque  sólo lea las cosas que a mí me gustan, no lo que todos los otakus leen. Soy un friki de la lucha libre: sí, aunque sepa que es de mentira, me encantan, son actores como cualquier otro. Soy un friki de los videojuegos, me paso siempre que puedo conectado a la play, aunque soy un manta en el pro, en el fifa, en los juegos tipo call of duty. Me gustan los juegos que pueden transmitir una historia. Os recomiendo a todos le Heavy Rain. Lloraréis como magdalenas. Y bueno, muchas más frikadas que podrían entretenerme mucho más tiempo.


Así que no sé, aunque suene deprimente, no es tan malo como parece, lo llevo bastante bien en realidad XD Quiero decir que si soy feliz es porque estoy rodeado de amigos que me ayudan a serlo. No son muchos, sólo unos pocos; y aunque algunos no los vea muy a menudo, les quiero igual, y me ayudan tanto como los que veo todos los días. Otros los conozco desde hace poco, pero han resultado ser gente que, no sé, me han devuelto la esperanza en la humanidad J Ya que me hicieron la putada de nominarme, ahora nomino yo, a Nymphomaría, del blog novelacallejera.blogspot.com “I think I loved you so much”; y la gente que querría nominar, a)no me van a leer, porque sé q no lo van a hacer xD y b)no tienen blog (les recomiend hacerse uno)
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domingo, 24 de abril de 2011

Capítulo 1. Parte 3 - Vuelta a Casa

Era una mañana de domingo preciosa. El puerto estaba prácticamente vacío, salvo por unos pocos turistas que esperaban embarcarse hacia las islas. Hasta el graznido de las gaviotas me gustaba. Me sentía más vivo y optimista que nunca.

Seguía de pies mirando al agua. ¿Qué debía hacer después? No tenía mi cartera, así que coger el tranvía o el metro quedaba totalmente descartado; daba igual, una caminata de media hora me sonaba bien.

Llegué al portal de mi casa. Como no tenía llaves, piqué a la Sra. Wong, la vecina de enfrente.

-¡Buenos días, señora!- Le saludé, enseñándole todos los dientes- ¿Le importaría dejarme una copia de las llaves de mi piso?

-Señor Morgan- Me miró mientras se ajustaba sus enormes gafas redondas. Tenía una voz aguda, chillona, rápida, desagradable. Y podemos obviar la dificultad de su acento.- Qué pintas lleva.

-Así es- Hoy tenía paciencia- Hace una mañana estupenda para correr.

-¿Usted bien? Usted muy contento. ¿Triunfar anoche?

-Bueno, señora, simplemente pretendía ser amable, no hacerme amigo suyo. Así que, por favor, si se puede dar prisa…

-Ya extrañar a mí… - Sacó un enorme manojo de llaves, y comenzó el ritual de fallo y repetición para dar con la llave que abría mi puerta.- Yo saber que usted demasiado contento para ser verdad. Yo preguntar quién morir…

-Yo- Murmuré entre dientes, con media sonrisa. La señora Wong estaba extrañada. O al menos me lo parecía. No sé, nunca se me había dado bien leer las emociones en el arrugado rostro de mi vecina coreana.

Por fin, la señora Wong encontró la llave correcta.

-Tenga un buen día- gritó la señora

-Seguro- Respondí, entrando rápidamente sin mirarle a penas y cerrando la puerta tras de mí.

Estaba en casa. Por algún motivo, quería llegar a casa… ¿Cuál era? Ah, sí, el teléfono. Descolgué el teléfono inalámbrico y marqué un número de memoria. Con el teléfono en la oreja, mientras daba señal, fui hasta mi cuarto y me desabroché la camisa. Al pasar por delante del espejo del vestidor, volví a ver en mí la extraña palidez que había notado antes. Era enfermizo… Click!

-¿Hola?- Respondió una voz al otro lado del teléfono.

-¡Hola! Michael, ¿eres tú? Soy papá.

-Ah, hola papá.

-Está Mir… ¿Está mamá en casa?

-Sí, ahora te la paso, papá. – Sonó un “¡¡¡mamááááá!!!” al otro lado de la línea.- Ahora se pone.

-Bien, gracias. Bueno, Michael, ¿qué tal estás?

-Muy bien. Me lo pasé genial en el campamento.

-¿Campamen…?- Tendría que haberme quedado callado.

-¡Papá! ¡El campamento de Hockey! ¿No te acuerdas? ¡Te lo dije el último fin de semana que estuvimos juntos!

-Ah sí… Por supuesto, hijo, claro que me acuerdo.

-Seguro… Bueno, aquí te dejo a mamá. Hasta luego

-¡Adiós, hijo! ¡Pórtate bien!- “Dios…”

-¿Sí?

-¡Miranda! Soy Frank, ¿qué tal estás?

-Bien…

-¿Todo bien?

-Sí, estamos todos bien… ¿Qué quieres?

-No, nada, sólo quería ver qué tal estabais- Solté una pequeña risa- Sólo quería decirte que… lo siento mucho por todo…

-Frank, suenas muy raro, ¿te encuentras bien? ¿Pasa algo?

-Sí, sí, estoy bien, no te preocupes. Acabo de llegar del hospital y…

-¿Hospital? ¿Ha pasado algo?

-Bueno, tuve un ataque al corazón… Bueno, lo que quería decir es…

-¡¿Un ataque al corazón?! ¡Por Dios, Frank! ¿Por qué no nos avisaste?

-No te preocupes, estoy bien. He estado…- Ahora conseguí cerrar la boca a tiempo- Bueno, he estado mal, pero ahora ya estoy mucho mejor, no te preocupes.

-¿Eres tonto? ¿Y si hubiera pasado algo? Eres un irresponsable, Frank, que ahora te murieses sería lo único que les faltaría a tus hijos.

-Mir... Bollito… Lo siento…

-¡No me llames así! Por Dios, Frank, ¿no te…?

-Miranda, ¿quieres quedar esta tarde?

-… ¿Perdón?

-¿Quieres quedar a la hora de la comida? Quiero hablar contigo, tengo algo que decirte.

-Frank, no sé…

-Miranda, por favor. Simplemente quiero hablar tranquilamente contigo, a la cara, no a través de una línea que cualquiera podría estar escuchando. Sé que no quieres ni verme. Y me temo que la única razón por la que querrías que te avisaran si yo muriese, no es porque te importe la más mínima parte de lo que importaba cuando estábamos juntos, sino por todo el dinero que os estoy dando a ti y a los chicos. Pero por favor, Miranda, queda conmigo esta tarde. Sé que no me lo debes, y que posiblemente ni siquiera lo merezca; pero… Si es que alguna vez te he importado, hazme este favor.

-Joder, Frank, sabes que no es… Bueno, vale, quedaremos para comer, Señor Tragedias. Tú y yo; los niños se van con mis padres a Vauxhall toda la tarde.

-¡Perfecto!- Cambié mi registro- ¿Quedamos a las 12 en el Tim Horton’s de Bloor con St. George?

-… Joder, Frank, no hay quien te entienda- Me pareció escuchar una pequeña risa- Vale, a las doce en punto ahí estaré.

-Genial. ¡Nos vemos, bollito!

-¡No me llames a…!- Colgué antes de que acabara esa frase.
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miércoles, 13 de abril de 2011

Capítulo 1. Parte 2 - Corea

COREA DEL SUR

Las bombas habían estallado en el pilar principal que sustentaba la estructura del Edificio A de los laboratorios de Biotronics. Los trabajadores que no murieron en la explosión, morían atrapados por los escombros, y los que no, quedaban atrapados en fuego cruzado entre la empresa paramilitar que defendía la planta, y Rebeldes Norcoreanos de las guerrillas. Nadie sabía cómo podían haber penetrado la férrea seguridad que rodeaba al recinto y colocado las bombas sin que nadie se enterase. Los trabajadores de las plantas B, C, y E estaban siendo evacuados en lanchas motorizadas y helicópteros, en caso de los científicos con cargos más importantes. La planta D estaba siendo ocupada por los Norcoreanos, que acababan cruelmente con las vidas de todo aquel que veían. La empresa paramilitar era superior en armamento, pero los rebeldes se contaban por cientos, mientras ellos eran unas pocas decenas. Obuses caían peligrosamente cerca de los mercenarios.

-¡Con fuerza! – gritaba Saunders, capitán en jefe de la empresa de defensa- ¡¡¡No podemos vencerles, tenemos que ganar tiempo para que evacúen a los supervivientes!!! – Un joven soldado enemigo corría hacia él gritando, con la bayoneta en alto. Sin mucho esfuerzo, saltó a un lado y lo esquivó, sacó un largo cuchillo de su bota derecha y contraatacó, cortándole la mano derecha como si fuese un trozo de mortadela. Arrodillado, el joven soldado lloraba en grito por el dolor. Saunders se acercó a él y clavó el cuchillo a través de la abierta boca del soldado, atravesándole la cabeza desde abajo. Retiró el cuchillo y lo guardó.- ¡No podemos permitirnos seguir perdiendo terreno! ¡Lanzad las bombas A6!

La orden pasó de boca en boca, hasta llegar a uno de los mercenarios, que lanzó su mochila hacia un grupo de norcoreanos. Éstos, al verla, intentaron huir de ella, pero poco pudieron hacer, puesto que al momento una masa de fuego les envolvió, acabando con sus vidas. No obstante, pese al par de decenas de soldados muertos, aún quedaban cientos de ellos con vida, y seguían avanzando.

-¡Retirada! – Ordenó Saunders. Vio una rudimentaria granada caer junto a él.- ¡CUIDADO! – Saltó a un lado, intentando apartar con él a uno de sus compañeros, pero la granada estalló, haciendo volar por los aires al soldado. Con la explosión, una pequeña roca saltó del suelo, y golpeó en la ceja a Saunders. Dos soldados que le vieron acudieron raudamente a socorrerle.- ¡Estoy bien! – un pesado reguero de sangre caía de su ceja- Hay que conseguir conservar al mayor número posible de soldados y atrincherarse en el edificio E hasta que lleguen los refuerzos- Los dos soldados le llevaban a cuestas- hemos conseguido que la mayoría de científicos fueran evacuados, es todo lo que podíamos hacer, ahora a correr.

La orden fue recibida, y los soldados fueron turnándose para cubrir su retirada hasta llegar al edificio E, tarea más complicada de lo que parecía, puesto que se encontraban a 500 metros de él. No obstante, los soldados estaban bien preparados. Consiguieron activar trampas que cubrían también su retirada, cargándose a unos cuantos norcoreanos de camino. Saunders debería sentirse orgulloso, pero no lo estaba. No disfrutaba. Habían perdido a muchos buenos soldados en la contienda; y lo que es peor, a muchos científicos, técnicos, mecánicos… que trabajaban en la planta. Habían fallado a su palabra.

Aquellos evacuados en lanchas eran perseguidos por los rebeldes, y muchos de ellos cayeron. Aquellos que fueron en helicóptero gozaron de mayor suerte, pues las guerrillas, mal preparadas, no contaban con ningún mecanismo de ataque a los vehículos voladores.

Era una carnicería. Saunders estaba furioso. Se libró de los otros dos soldados y levantó su fusil. Preparó un cargador y miró a los norcoreanos. Disparó y disparó. Los rebeldes caían como moscas.

-Por mi madre, hijos de puta, que esta noche no vais a salir vi… - Pero nunca llegó a terminar esa frase.

Un gran destello de luz surgió del centro de la planta, que barrió el terreno en todas direcciones, y con él, toda la vida en cinco kilómetros a la redonda.
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lunes, 11 de abril de 2011

Capítulo 1- Parte 1: Una Segunda Oportunidad


Pi… pi… pi…


“otra oportunidad…”

Me despertó el sonido de mi propio corazón. Asustado, me incorporé sobre la cama. Respiraba con fuerza, me costaba hinchar los pulmones.

-¡¿qué cojones pasa?! –gritaba con miedo. Estaba prácticamente desnudo, sólo habían dejado mis calzoncillos.

Me arranqué los electrodos y salté fuera de la cama. No sabía dónde estaba. Una puerta. Me acerqué. La abrí y miré alrededor. Un pasillo. ¿Un pasillo de hospital? Había gente, aunque no mucha. Cerré la puerta y me apoyé contra ella. No lo entendía, ¿Dónde estaba? Estaba frío, helado, pero no me importaba. Vi mis pantalones encima de una mesa. Me los puse. También mis zapatos, debajo de alla. Pero nada más. Reparé en un espejo junto a la mesa. ¡Dios mío! Qué pálido estaba. Enfermizo. Me asustaba a mí mismo.

La puerta se abrió. Me volví como un perro de caza. Apareció una joven enfernera. Al verme, quedó aún más pálida que yo; me sentía ofendido; abrió la boca, tomó aire y pegó uno de los gritos más desagradables que había escuchado en mi vida. Mi cabeza respondió de la única manera que conocía.

-¡Dios! –Me estallaba la cabeza.- ¡Calla la puta boca, zorra!

La enfermera, tal como había llegado, marchó, perdiendo el culo por el pasillo… culito que yo observé… Tropezó varias veces por el pasillo… Respingón…

Sacudí la cabeza. Salí de la habitación y seguí el pasillo por el que NO había ido la enfermera. Sin duda, una buena elección; al cruzar la esquina me encontré con un viejo médico tirillas, acompañado por sus dos perritos de seguridad. Uno de ellos avisó a una enfermera de que “lo habían encontrado”. Supuse que “lo” significaba “me”. Y por algún motivo, ese “encontrado” no me sonó muy allá. “Ahí os dejo, maricas”. Antes de que me pudieran parar, corrí en dirección contraria. “Por qué huía”, me preguntaba. Ni zorra. De cualquier manera, entendí por qué tropezaba la enfermera: se habían esmerado en encerar el suelo. Con mis preciosos e inútiles zapatos resbalé y me comí una papelera.

Dos enfermeros me cogieron por los brazos. Era más grande que ellos, pero sabían lo que hacían. Intenté zafarme (creo que le di un buen codazo a una de sus narices), mierda, no conseguí marchar.

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Resultó ser simplemente una paranoia mía. Resulté estar en un hospital. El médico me llevó a mi habitación. Amenazaron con atarme, pero al ver al precioso orangután que tenía como segurata, parece que me amansé, y decidí cooperar. Miraron mis ojos con una linterna, me tomaron el pulso, la presión, los reflejos… y cuantas más pruebas  hacía, más negaba el médico con su cabeza.

-No entiendo nada- murmuraba una y otra vez. Se puso el estetoscopio sobre los hombros y se apartó de mí, dubitativo.

Yo, por mi parte, ya me había calmado, y ahora empezaba a preocuparme. El médico dirigió un par de palabras a los enfermeros y a los seguratas. Le devolvieron la mirada y marcharon. Lancé un par de besitos al enfermero de la nariz. Me fulminó con la mirada.

El médico se sentó junto a mí.

-Le ha roto la nariz al pobre chico. Ha destrozado usted medio pasillo. No puedo culparle, entiendo que se encuentre usted desorientado.

-¿Qué leches hago en un maldito horpital- Le interrumpí- ¿Y mi ropa?

-Verá, le trajeron anoche, hará siete horas. Estaba en una cervecería con sus compañeros de trabajo. Empezaba a recordar.

-Deme mi ropa, quiero marcharme de aquí- empezaba a impacientarme.

-Creo que no entiende usted la seriedad de esta situación.- Se quitó las gafas y se frotó los ojos.- Tiene usted cuarenta y cuatro años, ha sufrido un…

-Creo que es usted el que no entiende…

-… ataque al corazón, después de causarle una contusión a su compañero en una pelea.

-Quiero marcharme de aquí.

-Tuvo una parada cardiaca

-¡Escucha matasanos- le cogí por la bata- ahora mismo vas a…!

-¡Escuche idiota, ha estado usted MUERTO!

-…

-¡Cero pulsaciones, encefalograma plano! ¡Completamente muerto! ¿Me entiende, patán? –Me quitó de encima- Lo que ha pasado es imposible, científicamente imposible ¡va en contra de toda lógica! Su temperatura bajó de los 33ºC.

-Esto es…

-Hasta había empezado a mostrar signos de descomposición…- Me miró de arriba abajo- Aunque parece que han desaparecido por completo..

-Doctor...

-¡Es totalmente imposible! ¿Me entiende? En contra de todo conocimiento médico moderno. En contra del sentido común.

-Quiero marcharme a casa…

-¡Debería estar usted muerto! ¿No lo entiende? Ni siquiera yo lo hago

-Quiero marcharme a casa, tengo que…

-Las cosas son muy complicadas. En cuanto los altos cargos se enteren, va usted a tener su culo rodeado de sus queridos “matasanos” para estudiarle. No volverá usted a ser libre.

-Nunca permitiré que…

-Escúcheme, señor Morgan. Frank. No está de su mano. Lo que tiene usted no es un tumor inoperabledescubrimiento demasiado importante para la humanidad. Ha vuelto de entre los muertos. No obstante… no puedo hacerle esto. He hecho un juramento hipocrático, que pone por encima el bien de mis pacientes al del avance de la ciencia. Márchese de aquí. Márchese.

-Yo…

-Yo hablaré con la pobre enfermera, con los guardias de seguridad, con el enfermero al que usted rompió amablemente la nariz. Usted simplemente lárguese.

-Yo… doctor…- No solía quedarme sin palabras. Y ya empezaba a tocarme las narices.

-Creo que la palabra que está buscando es gracias. Hay un par de camisas en el armario. Coja una y lárguese a casa. Haré que le llegue su cartera.

Me levanté como un rayo y abrí la puerta del armario. Cogí una camisa blanca y marché de la habitación, del hospital, tras hacerle una seña con la mano al médico.

Pasé al lado de los agentes de seguridad, y en cuanto puse un pie fuera de ese antro, empecé a correr. Corrí, no entendía nada, corrí hacia mi casa, en la otra punta de Toronto. Corría, aunque no sabía hacia donde. Me daba igual, nunca me había sentido tan lleno de energía. Corrí por la calle Elizabeth, llegué hasta Bay Street; seguí corriendo, cruzando las intersecciones con Queen Street, Adelaide Street, King, Wellington. Estaba confundido. La gente me miraba pasar. Un par de policías hicieron ademán de seguirme, pero me daba igual. Pasé el Air Canada Center, y cuando me quise dar cuenta, estaba en el puerto. No podía seguir corriendo, no tenía adonde. ¿Por qué estaba vivo? Miré hacia el frente, a las islas de Toronto. Había sido una mala persona. Miré hacia el cielo, el sol me cegaba, pero daba igual, me sentía lleno de vida. ¿Por qué yo?

Cerré los ojos y respiré con fuerza.

Las dudas cobraban sentido en mi cerebro. Mis hijos, mi ex mujer… Comenzaba a entenderlo.

Me entraron ganas de reir, y lo hice, con todas mis fuerzas, con todo el poder de mis pulmones. Reí como nunca había reído. Creí comprender por qué seguía vivo. Alcé los brazos. Me estiré tanto como me lo permitía mi cuerpo.

Me sentía único en el universo. Había conseguido lo que nadie consigue.

Una segunda oportunidad.

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Poco sabía por aquel entonces que no sería el protagonista de esa historia. Que no estaba solo en el mundo. Que nada giraba en torno a mí. Que sería un peón sin rey en un tablero de ajedrez.

La enfermedad, empieza a extenderse.

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COREA DEL SUR
Las bombas habían estallado en el pilar principal que sustentaba la estructura del Edificio A de los laboratorios de Biotronics. Los trabajadores que no murieron en la explosión, morían atrapados por los escombros, y los que no, quedaban atrapados en fuego cruzado entre la empresa paramilitar que defendía la planta, y Rebeldes Norcoreanos de las guerrillas. Nadie sabía cómo podían haber penetrado la férrea seguridad que rodeaba al recinto y colocado las bombas sin que nadie se enterase. Los trabajadores de las plantas B, C, y E estaban siendo evacuados en lanchas motorizadas y helicópteros, en caso de los científicos con cargos más importantes. La planta D estaba siendo ocupada por los Norcoreanos, que acababan cruelmente con las vidas de todo aquel que veían. La empresa paramilitar era superior en armamento, pero los rebeldes se contaban por cientos, mientras ellos eran unas pocas decenas. Obuses caían peligrosamente cerca de los mercenarios.

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domingo, 10 de abril de 2011

Prólogo




Recuerdo que en ese momento sonaba una canción de Eagles of Death Metal...No me podía imaginar lo que sucedería al acabar la canción. Bueno, eso no es cierto, pues me lo llevaba temiendo desde poco antes del divorcio. Estaba cansado de la situación y, me imagino que esta habría sido la gota que colmara el vaso.

Odio el matrimonio, así que, te imaginarás como me sentía esa noche. Hombre, no me podía quejar: Cerveza y demás bebida gratis, Un bar de striptease...Podría ser la mejor velada de mi vida... Si no fuera porque el hijo puta de Rob se casaba por segunda vez... Un resumen de mi vida sería este: aguantar 13 años de riñas y aguantar que mis “amigos” me restrieguen sus éxitos por la cara. Estaba furioso.
Me imagino que beber no mejoró la situación entre mis amigos y yo. Cuando bebo, se me suele ir la lengua, y este fue un buen ejemplo. Me di cuenta de que una de las strippers me estaba quitando la cartera, así que me levanté, la aparté, y le di una bofetada.
-¡¿Pero qué haces, gilipollas?!-gritó Rob.
-Una de tus putas me estaba metiendo mano... ¡En la cartera, hijo de puta!-Le respondí.
-¡Tú no insultas a mi madre, cabrón!- Y saltó sobre mí.
Los demás intentaban separarnos mientras nos peleábamos, aunque sus intentos eran inútiles.
-¡¡¡Dejadme matar a este bastardo, joder!!!-les gritaba mientras intentaba zafarme de ellos. Mientras tanto, los demás clientes...los MUY hijos de puta...nos animaban gritando cosas como: “¡Pelea, Pelea!” o... “¡Dejad que se maten, hostia!”.
Llegó un momento en el que ambos estábamos libres del agarre de nuestros camaradas y nos volvimos a enzarzar. De repente, intentó hacer una especie de placaje, pero me aparté, y le di con un gancho de derecha en la cabeza. Rob cayó al suelo, desmayado. Algún gilipollas de los espectadores tocó una jarra de cerveza con una cucharilla tres veces, emulando a la campana de los combates de boxeo. Esbocé una sonrisa y fui a por mi cerveza. No es que me sienta precisamente orgulloso de haber ganado esa pelea pero, por lo menos, dije sin palabras algo que había querido decir durante 30 años...
-Jódete, ¡Cabrón!-le dije con desprecio, aún medio KO. Vi a algunos de mis amigos ayudándole a levantarse, y les maldije por lo bajo. Los demás trataban de hacerme ver lo que habíamos hecho, mientras se disculpaban por el alboroto.

Lo que ocurrió a continuación...cambió mi vida por completo...

Me estaba llevando la jarra de cerveza a los labios cuando algo supe q iba mal. Tosí, escupiendo la cerveza que tenía en la boca. Me dolía a horrores el pecho...
De repente, todo empezó a ir a cámara lenta...Mis amigos me hablaban diciéndome el desastre que habíamos organizado... Pero yo no les oía. Un gran silencio se apoderó de mi mente.
No podía controlar mis brazos, y se me cayó la jarra al suelo, rompiéndose al instante, dejando un sonido fuerte y agudo resonando en el lugar.

Me llevé las manos al corazón, con una mueca de angustia. No recuerdo haberlo pasado tan mal en mi puta vida...
Tras un par de convulsiones, empecé a agacharme, intentando calmar el dolor del pecho, el cual, crecía por momentos.
Sabía que gritaba, pues me faltaba aire en los pulmones, pero no podía oirme ni a mi mismo.
-“¡¡¡Mierda!!!¡¡¡Voy a morirme...En este puto antro!!!”-Pensaba en mi agonía.
En ese momento vi lo que todo el mundo dice que se ve cuando vas a morir: toda mi vida pasar delante de mí. En ese momento me di cuenta de lo que había hecho...y algo más...-“No...¿¿No he hecho nada bueno por nadie en toda mi jodida vida??¡¡Mentira!!”-Pero una voz en mi cabeza me decía todo lo contrario, mientras visualizaba todo el mal que había hecho. Todo, desde el perro al que dio una paliza de pequeño, pasando por los abusos con mis amigos a otros estudiantes, el ingreso de mi madre en un centro de ancianos, mi falta de respeto en el funeral de su padre...Y, tras muchas otras cosas como las peleas con mi ex-mujer, la pelea con Rob. Y todas esas cosas hacían que me doliese cada vez más el corazón.
-”No has hecho nada bueno”-resonó una voz en mi cabeza-”Y pagarás por ello”
-”No...No...”- Pensaba yo, con lágrimas corriéndo por mis mejillas. Había abierto los ojos, y vi que me encontraba en una ambulancia, mientras unos médicos intentaban reanimarle- “No...NO...”'-Pensaba, cada vez mas fuerte.- ¡¡¡MENTIRA!!!-grité, tirando el respirador de mi cara.

-¡Hay que calmarle...! ¡¡¡o sujetarle con algo!!!-decía uno de los médicos-.
-”Sabes que no te vas a salvar, ¿no?-repetía una y otra vez la voz en mi cabeza-”Sabes que te vas a morir, ¿no? ¡Sabes que no les importas una mierda a estos médicos, y no harán ningún esfuerzo para salvarte, ¿no?!¡Porque tú no eres su problema!¡Ni siquiera te conocen! Estarán pensando: “¿Por qué tendré que jugarmela para salvar a este gilipollas...?¡¡¡Si ni siquiera se quién coño es!!!”
-”¡NO!¡NO!”- Y me di cuenta...De que así habría sido como habría hecho yo...Y quería hacermelo ver...Pero, por ninguna razón, iba a admitir lo rastrero que era; ni siquiera ante una voz en mi cabeza; fruto, probablemente, de la locura; y que no tenía nada que ver conmigo ni con este mundo...¿O sí?-”No, mientes, ¡Mientes!”
-“Sabes que cuando te mueras, no le importará a nadie. Nadie llorará tu muerte, ni rezará por tí, ni te llevará flores a tu tumba... Eso, si deciden enterrarte, pues nadie querrá tener nada que les recuerde tu maldad y avaricia”.
-”Mis hijos... Mis hijos...”-.
-”¿Tus hijos? Dime: ¿cuándo has pasado una tarde con tus hijos?¿Cuándo les has regalado nada, jugado con ellos o simplemente haberles hecho caso?”-.
-”Cállate...¡VETE!”- El darme cuenta de estas cosas, me hacía revolverme por dentro, causando una tristeza en mi corazón, que se unía al dolor para hacerme sufrir...
-”¿Cuándo les has consolado cuando lloraban?¿Cuando has ido con ellos al colegio, como los demás padres?¿Cuándo te han traído un dibujo?”-A pesar de ello, lo que más me dolió no fue nada de esto, sino...-”Y dime...”-Dijo, sonando como una carcajada-”¿Cuándo han dicho: “Te quiero, Papá?-Esa fue la gota que colmó el vaso.
-¡¡¡AHHHHHH!!!¡¡¡Déjame, HIJO DE LA GRAN PUTAAAAAAA!!!”-Grité, más fuerte de lo que había gritado nunca. Me encontraba tumbado en la cama de un hospital, con cerca de diez médicos a mi alrededor.
-¡Dejadlo, está delirando!-Gritó el que tenía más cerca, al ver el nerviosismo de la gente cuando grité.- ¡Oh, Dios, tenemos una parada!- Tenía dos placas en las manos, preparados para someterme a unas grandes descargas...Al oír el ruido de las maquinitas que marcaban mi pulso, pensé que la voz se había ido...Pero mi alegría duró poco.
-”Vas a morir” -El médico posó las  placas sobre mi pecho desnudo.
-¡Descarga!
-”Has hecho mal”Y, con cada descarga, la voz  decía algo diferente- ”Y lo vas a pagar” -Descarga- ”Lo vas a pagar” -Descarga- ”¡¡¡En el infierno!!!”
-”Déjalo ya, gilipollas.” -Pensaba- “Me haces daño...Y no estás haciendo nada”
-¡Descarga!
-”Joder, esfuérzate hijo de puta.”
-...-El médico paró de sacudirme con las descargas.-No lo vamos a hacer.
-”¡Sí, joder!¡No pares, gilipollas!¡Que me muero, joder!”.
-Es inútil, abandono- Dijo el médico, y mi pulso descendió lentamente.
-”¡No me dejes, cabrón de mierda!¡Bastardo inútil!”- La maquina emitió un sonido largo...y no cesó.-”Mierda...”.- Y mi corazón se detuvo-.

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Pi… pi… pi… pi…
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