domingo, 10 de abril de 2011

Prólogo




Recuerdo que en ese momento sonaba una canción de Eagles of Death Metal...No me podía imaginar lo que sucedería al acabar la canción. Bueno, eso no es cierto, pues me lo llevaba temiendo desde poco antes del divorcio. Estaba cansado de la situación y, me imagino que esta habría sido la gota que colmara el vaso.

Odio el matrimonio, así que, te imaginarás como me sentía esa noche. Hombre, no me podía quejar: Cerveza y demás bebida gratis, Un bar de striptease...Podría ser la mejor velada de mi vida... Si no fuera porque el hijo puta de Rob se casaba por segunda vez... Un resumen de mi vida sería este: aguantar 13 años de riñas y aguantar que mis “amigos” me restrieguen sus éxitos por la cara. Estaba furioso.
Me imagino que beber no mejoró la situación entre mis amigos y yo. Cuando bebo, se me suele ir la lengua, y este fue un buen ejemplo. Me di cuenta de que una de las strippers me estaba quitando la cartera, así que me levanté, la aparté, y le di una bofetada.
-¡¿Pero qué haces, gilipollas?!-gritó Rob.
-Una de tus putas me estaba metiendo mano... ¡En la cartera, hijo de puta!-Le respondí.
-¡Tú no insultas a mi madre, cabrón!- Y saltó sobre mí.
Los demás intentaban separarnos mientras nos peleábamos, aunque sus intentos eran inútiles.
-¡¡¡Dejadme matar a este bastardo, joder!!!-les gritaba mientras intentaba zafarme de ellos. Mientras tanto, los demás clientes...los MUY hijos de puta...nos animaban gritando cosas como: “¡Pelea, Pelea!” o... “¡Dejad que se maten, hostia!”.
Llegó un momento en el que ambos estábamos libres del agarre de nuestros camaradas y nos volvimos a enzarzar. De repente, intentó hacer una especie de placaje, pero me aparté, y le di con un gancho de derecha en la cabeza. Rob cayó al suelo, desmayado. Algún gilipollas de los espectadores tocó una jarra de cerveza con una cucharilla tres veces, emulando a la campana de los combates de boxeo. Esbocé una sonrisa y fui a por mi cerveza. No es que me sienta precisamente orgulloso de haber ganado esa pelea pero, por lo menos, dije sin palabras algo que había querido decir durante 30 años...
-Jódete, ¡Cabrón!-le dije con desprecio, aún medio KO. Vi a algunos de mis amigos ayudándole a levantarse, y les maldije por lo bajo. Los demás trataban de hacerme ver lo que habíamos hecho, mientras se disculpaban por el alboroto.

Lo que ocurrió a continuación...cambió mi vida por completo...

Me estaba llevando la jarra de cerveza a los labios cuando algo supe q iba mal. Tosí, escupiendo la cerveza que tenía en la boca. Me dolía a horrores el pecho...
De repente, todo empezó a ir a cámara lenta...Mis amigos me hablaban diciéndome el desastre que habíamos organizado... Pero yo no les oía. Un gran silencio se apoderó de mi mente.
No podía controlar mis brazos, y se me cayó la jarra al suelo, rompiéndose al instante, dejando un sonido fuerte y agudo resonando en el lugar.

Me llevé las manos al corazón, con una mueca de angustia. No recuerdo haberlo pasado tan mal en mi puta vida...
Tras un par de convulsiones, empecé a agacharme, intentando calmar el dolor del pecho, el cual, crecía por momentos.
Sabía que gritaba, pues me faltaba aire en los pulmones, pero no podía oirme ni a mi mismo.
-“¡¡¡Mierda!!!¡¡¡Voy a morirme...En este puto antro!!!”-Pensaba en mi agonía.
En ese momento vi lo que todo el mundo dice que se ve cuando vas a morir: toda mi vida pasar delante de mí. En ese momento me di cuenta de lo que había hecho...y algo más...-“No...¿¿No he hecho nada bueno por nadie en toda mi jodida vida??¡¡Mentira!!”-Pero una voz en mi cabeza me decía todo lo contrario, mientras visualizaba todo el mal que había hecho. Todo, desde el perro al que dio una paliza de pequeño, pasando por los abusos con mis amigos a otros estudiantes, el ingreso de mi madre en un centro de ancianos, mi falta de respeto en el funeral de su padre...Y, tras muchas otras cosas como las peleas con mi ex-mujer, la pelea con Rob. Y todas esas cosas hacían que me doliese cada vez más el corazón.
-”No has hecho nada bueno”-resonó una voz en mi cabeza-”Y pagarás por ello”
-”No...No...”- Pensaba yo, con lágrimas corriéndo por mis mejillas. Había abierto los ojos, y vi que me encontraba en una ambulancia, mientras unos médicos intentaban reanimarle- “No...NO...”'-Pensaba, cada vez mas fuerte.- ¡¡¡MENTIRA!!!-grité, tirando el respirador de mi cara.

-¡Hay que calmarle...! ¡¡¡o sujetarle con algo!!!-decía uno de los médicos-.
-”Sabes que no te vas a salvar, ¿no?-repetía una y otra vez la voz en mi cabeza-”Sabes que te vas a morir, ¿no? ¡Sabes que no les importas una mierda a estos médicos, y no harán ningún esfuerzo para salvarte, ¿no?!¡Porque tú no eres su problema!¡Ni siquiera te conocen! Estarán pensando: “¿Por qué tendré que jugarmela para salvar a este gilipollas...?¡¡¡Si ni siquiera se quién coño es!!!”
-”¡NO!¡NO!”- Y me di cuenta...De que así habría sido como habría hecho yo...Y quería hacermelo ver...Pero, por ninguna razón, iba a admitir lo rastrero que era; ni siquiera ante una voz en mi cabeza; fruto, probablemente, de la locura; y que no tenía nada que ver conmigo ni con este mundo...¿O sí?-”No, mientes, ¡Mientes!”
-“Sabes que cuando te mueras, no le importará a nadie. Nadie llorará tu muerte, ni rezará por tí, ni te llevará flores a tu tumba... Eso, si deciden enterrarte, pues nadie querrá tener nada que les recuerde tu maldad y avaricia”.
-”Mis hijos... Mis hijos...”-.
-”¿Tus hijos? Dime: ¿cuándo has pasado una tarde con tus hijos?¿Cuándo les has regalado nada, jugado con ellos o simplemente haberles hecho caso?”-.
-”Cállate...¡VETE!”- El darme cuenta de estas cosas, me hacía revolverme por dentro, causando una tristeza en mi corazón, que se unía al dolor para hacerme sufrir...
-”¿Cuándo les has consolado cuando lloraban?¿Cuando has ido con ellos al colegio, como los demás padres?¿Cuándo te han traído un dibujo?”-A pesar de ello, lo que más me dolió no fue nada de esto, sino...-”Y dime...”-Dijo, sonando como una carcajada-”¿Cuándo han dicho: “Te quiero, Papá?-Esa fue la gota que colmó el vaso.
-¡¡¡AHHHHHH!!!¡¡¡Déjame, HIJO DE LA GRAN PUTAAAAAAA!!!”-Grité, más fuerte de lo que había gritado nunca. Me encontraba tumbado en la cama de un hospital, con cerca de diez médicos a mi alrededor.
-¡Dejadlo, está delirando!-Gritó el que tenía más cerca, al ver el nerviosismo de la gente cuando grité.- ¡Oh, Dios, tenemos una parada!- Tenía dos placas en las manos, preparados para someterme a unas grandes descargas...Al oír el ruido de las maquinitas que marcaban mi pulso, pensé que la voz se había ido...Pero mi alegría duró poco.
-”Vas a morir” -El médico posó las  placas sobre mi pecho desnudo.
-¡Descarga!
-”Has hecho mal”Y, con cada descarga, la voz  decía algo diferente- ”Y lo vas a pagar” -Descarga- ”Lo vas a pagar” -Descarga- ”¡¡¡En el infierno!!!”
-”Déjalo ya, gilipollas.” -Pensaba- “Me haces daño...Y no estás haciendo nada”
-¡Descarga!
-”Joder, esfuérzate hijo de puta.”
-...-El médico paró de sacudirme con las descargas.-No lo vamos a hacer.
-”¡Sí, joder!¡No pares, gilipollas!¡Que me muero, joder!”.
-Es inútil, abandono- Dijo el médico, y mi pulso descendió lentamente.
-”¡No me dejes, cabrón de mierda!¡Bastardo inútil!”- La maquina emitió un sonido largo...y no cesó.-”Mierda...”.- Y mi corazón se detuvo-.

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Pi… pi… pi… pi…

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